AGASAJO

I

No tengo una posición en la vida.

Como algunos,

aun no decido mi destino.

Tal vez caminar, buscar sitio.

Tengo una biblioteca
que construí con mis conocidos,

muchas preguntas en las manos

y ropa querida y vieja.

Vine de Argentina con dos maletas.
En una llevaba mi vida.

En la otra, a mis muertitos.

Aquí están, conmigo.

Son los inquilinos de mi paladar.

Estos son: se los presento.

Sé que de los suyos se harán amigos.

II

Mientras nosotros sazonamos la carne

y cuidamos el fuego,

conversen.

En la mesa tienen pebre, pan y vino.

Sí les pediremos que abandonen

todo aire de grandeza.

La muerte es una sola.

De nada importan formas y maneras.

Los vivos apenas si nos conocemos.

Ustedes deberán tener la delicadeza de hacerlo
por favor, por gauchada,

ante la deuda que esta tarde

todos juntos saldaremos.

A ver, usted: avíveme el clima, rasque esas cuerdas. 

Aquí tiene mi guitarra española.

Que otro descorche las botellas.

Mis hermanos conocerán, al fin, la cueca chora.

Que nadie se preocupe
por lo bebido.

Esta noche no será
de gargantas secas.

De este lado de la cordillera, mis guachitos,

cualquier barrio

es una botillería

con la boca siempre abierta.

Bebamos sin pudor, compadre, ¡Salud!

Emborrachémonos paganamente,

¡Salud colega!

Pero miren ese costillar,

¡Que doradito, vio!

¡Y el vacío, mi madre, qué dulzura!

Ni qué decir de esta ternera,

esos chorizitos,

¡Las mollejas!

Que no se nos niegue
que el asado nos salió una mantequita.

Disfrutaremos de este suspiro.