martes, 17 de agosto de 2010

SENO FUEGUINO









Dentro del útero perdido
quedan las respuestas
que preguntamos al despertar.

La metafísica
habrá de disiparse
al primer sobro de café
en el bostezo sostenido.

La mañana,
objetiva y feroz,
sentencia prolongada.

Se reza, se conjura:
"La razón no está en ningún lado,
porque ella no está en ningún lugar".

Se despeja
de trastos viejos la mesa.
Desayuno:
Tintineante canción funeraria.

El ruido soberano de la llave
al cerrar la puerta de calle,
tragedia venidera.
Pasos y más pasos hacia la repetición.

Desandar veredas
es triste evidencia del Tiempo,
beatífica creación de la Iglesia,
y cualquier vagón de metro
es lo más parecido
a nuestra madre.

Se entra a él para llorar 
la pérdida
que la vida nos costó.

Viajar es compartir la soledad
con soledades sin espacio
hacia la máquina automática
y su autoridad.

Gestos y giros entendidos
llenan las horas
en el traficar de la palabra.
Se apuesta al olvido
al dispensar risas y cariños.

Alguien borró las marcas del Espacio.
Alguien conquistó las lodosas tierras
del "campo metafísico"
al que no somos bienvenidos.

Volver al hogar
es buscar
el seno fueguino.

Sueño es lactancia
que nace de un pecho de cuero
quien abre, placentero, el camino
cancino
zigzagueante...


Legüero.

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