Despertar como el niño más mimado,
con los cariños que no tardan,
gustoso de los juguetes que
los demás quizá no han tenido.
Pero algo faltó. Algo falta todavía.
Crecer y gustarse en el juego solitario de la guerra
donde lo más bello de hacer era morir
por la bala del enemigo imaginario:
Jugar a caer, a decir las últimas palabras: Exhalar el hálito.
Pero algo faltaba. Algo falta todavía.
Salir con la inexperiencia del miembro deseoso de aprender
y volverse punk en la ciudad perdida de los ejes del mundo,
corriendo a unos cuantos salames para pegarles y escapando
de otros piedrazos a la salida de un recital de “Siniestros de tu tumba”.
Pero algo, algo todavía… Sí… Faltar faltante faltando…
Luego la quietud.
Después, la que dijeron ineptitud;
para enroscarse en las palabras polisémicas,
inmiscuirse en los secretos y las verdades de los textos,
sin importar cuánto de todo eso fuera cierto…
Y aquí. Y ahora... Siempre así...
El hedonismo va bien con el anacronismo.
Y casi nada tiene solución.
Sólo, tal vez, el amor, sin final…
Emergente en todo momento.
2 comentarios:
Amor es aquello que nunca deberia faltar, pues sin el no hay casi nada
tal cual Sil!!! NO pudiste decirlo mejor!!
Como sentenció, buena y certeramente, Ernesto Guevara: "El amor es un acto político"
Y ustéd sabe qué significa eso de "político", seguro!
Seguís por las Uropas???? Cuándo viene a visitar(nos) Chile???
Abrazo grande.
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