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viernes, 31 de octubre de 2008

LAS ESPINAS DEL INVIERNO

Vuelvo a sentir
la enormidad del viento
en el titilo que es mi cuerpo.

Y duelo en esta silente neblina
que se acerca,
persistentemente.

La penumbra
es por siempre périda,
absoluta afonía
de sentidos sublevados.
Y soy no más que este silencio,
inmerso dentro de lo inarticulable.

En la impresión de lo indecible,
inerte testigo en la quietud
de todas mis manos,
temiendo su irremediable quebranto.

Soy no más que esta lejanía.
Dispuesto a la fugacidad
del tiempo inaprensible,
absoluto fracaso de todo cronista
que no puede narrar nunca...

Sólo soñar,
al través del mutismo
inherente a sí,
el Silencio de los Siglos

que atraviesa serena,
dulcemente,
las orillas del Río Seco,
las sangres del Cerro añorado.


Lejos estoy, en esta
corrosiva insensibilidad,
de la aparente sombra de Icho Cruz.
De las ollitas del otero Anchorena.

Muy lejos, lo sé,
de las insolaciones de Tanti,
de los disparos de Carlos Paz.

Muy lejos ya,
a la distancia impertinente,
de la impredecible tormenta,
allí, en las Altas Cumbres.


Sólo puedo habitar en el recuerdo.
Sólo, en el calor de la memoria,
en el deseo que constante se pierde.

Sólo puedo habitar así,
en la añoranza asesinada
por las espinas del acérrimo invierno

que repite duramente,
en mi cruda sensibilidad,
la imposibilidad de todo esquivo.



SALUTACION A LA MUERTE





















¿A dónde ir,
cuando todo es lejano?
¿A qué llegar,
cuando nunca se partió?



Nada queda por decir.
Sólo la felicidad del eslogan.
Momo está muerto
y está prohibido sonreír.



Sepulta el pensamiento, joven.
Ycamina con la Muerte,
que te sienta bien.



Las vidrieras dan tu bendición.
De esto puedes hablar:
De nada, siempre de nada.



Vuelve a tu infancia, hombre...
Que el viejo Occidente te aplaude.
¿Qué importa
si canso mi voz?
Yo soy el ahogado.
Vos, tu propia espalda.



¿A quién nombrar,
cuando ninguno tiene su rostro?
¿De qué sirven los recuerdos,
si el estímulo es olvidar?



Nada queda por ver.
Nadie a quién desafiar.



El saber es sabor sin sal.
Y ninguna protesta importa
si no halla recodo en un top ten.



Momo está muerto.
Y el hombre muere,
ya vivo, junto a él.

LA SALVACION

Cuando los intereses
no llamen a tu puerta,
es porque te has salvado...
Aún en el dolor que signifique tu soledad.

Cuando sepas que tienes,
por gracia de las circunstancias,
la suerte de un amigo
en la palma de tu mano
y no quieres cerrar el puño:
Sabrás que te has salvado...

Aun cuando aquel
que clemencia en tus manos imploró
te regale sus espaldas,
no sin antes escupir tu rostro.

Cuando toda religión
sepa desterrarte,
pues tú las has rechazado:
Otra vez te habrás salvado...

Aun cuando no puedas
hablar tu confusión
en un país enceguecido

Aun cuando sepas
que la responsabilidad
es del hombre y de nadie más.

Cuando tus sueños floten
en la exquisita
liviandad de tu ser
por saber que morir
es nuestro deber:
Estarás salvado...

Aun cuando la envidia llegue por la noche
y clave en la paz de tu pecho
el correcto homicidio
que representa el codiciado puñal...



Cuando suceda
lo que nadie quiere que suceda.
Cuando suceda, en fin,
lo que no debe suceder:
Pues entonces
te habrás salvado en vida...

Aun cuando al río
nadie lleve suspiros
que recuerden tus cenizas

Aun cuando nadie
haya entendido por qué
tú siempre has dicho NO.

jueves, 30 de octubre de 2008

INNOMBRABLE ES NUESTRO DOLOR

Innombrable es este dolor,
y esta carrera no es más
que un justificado sin sentido.

Europa nos ha brindado
la gran hoguera que es el olvido.
Y nuestra memoria no conoce
su historia verdadera.

Somos no más que nuestro dolor:
Sin rostro,
sin aliento:
Inexplicable.

Somos -y cuánto cuesta decirlo-
este sufrimiento sin cuerpo,
esta herida que aun no puede sangrar...

Esta cabeza
que sigue buscando
la longitud de su espinazo.

Somos nuestro propio exilio
y sólo queremos recordar.


¿Qué habrá sentido César
con los negros barrotes
inmersos en su curva espalda?

¿Qué habrá querido
comprender José María?
¿Qué le habrá faltado
para perder ya su simpleza provinciana?

¿Cómo sabrá, en el paladar,
la negra tierra de la profundidad?
¿Por qué nuestro dolor
no tiene nombre?
¿Qué estoy sintiendo ante
la externa imposibilidad de mi Ser?


Puedo ser mortalmente feliz.
Y lo soy:
Siempre lo hemos sido.

Pero soy de mí
esta irremediable verdad:
¡Esta salvaje vejación
que se perpetúa
en la inacabable distancia
de quinientos doce años!

¡Cómo no saberlo!
Nuestro dolor no tiene nombre,
y "Hoy sufro desde más abajo"...
Hoy sufrimos, simplemente.

PROHIBIDO SUFRIR EN PÚBLICO

Hoy me falta algo...
Y no es, precisamente,
la necesidad de faltar.

Tal vez necesite
volver a la ingorancia,
pues he caido
dentro de la lógica del hombre.

Tal vez necesite, simplemente,
una mano.
Mas esta fría aritmética
que dicen es la madurez
no me lo permite:
"Prohibido sufrir en público".


En esta noche
me falta algo y un poco más...
Como siempre.

Es que estoy perdiendo
el diminuto sentido de esta vida
que puede ser mi nombre
o una piedra...


Hoy me falta comprender este dolor.

EL OCASO DE LOS GENERALES

En una mañana en que
todas las cotorras enmudezcan,
en que el Sol no se quede
por fin dormido,

en que las calles anuden
la necesaria pereza de la libertad
que niega el temor,
en que los amigos recuerden...

En dicha mañana
rasgaré mi vena derecha.
La dejaré libre
y que desangre, placenteramente.


En una tarde
en que el calor
doblegue a las poleras,
en que el viento refresque

en la verana sombra,
en que el árbol más añejo
susurre la juventud de sus hijos;
en que la violencia gubernamental

no sea más que un cuadro indefenso
pintado por el mejor
de los surrealistas...

En aquella tarde
desafinará mi vena izquierda.
La dejaré libre
y que desangre, anhelantemente.


En una noche
en que los tormentos
vuelvan con el ocaso
y adolezcan a los generales,

en que la simplicidad
de los hombres discrimine
el absurdo del poder
y a sus psicofantes,

en que la cruz por fin
castigue la cobardía
de los clérigos informantes...

En esa noche
se irá, por fin,
toda esta malasangre


Y los niños de mañana
volverán a nacer
bajo soleados cielos de concienca
y humana seguridad.



Y ese día llegará.

FIN DEL HOMBRE MODERNO

Un submarino
comienza sufrir
los siniestros del océano.

La sal quema el hierro perforado,
abriéndose paso,
y es necesario cerrar un compartimento.

No es suficiente.

La mar atraviesa
y arrastra una venganza inexplicable.
Se cierra otro compartimiento.
Y otro, y otro más.

La sal sigue avanzando.
Y el océano comienza
a devorarlo todo.


En un último sector,
un hombre no recuerda
las razones de su violación

la pesadez de sus homicidios
las espinas y los clavos de su codicia
que corren, ahora,
por la frialdad de su sangre

Y termina por ahogarse,
doliente y sin recuerdos,
en los refugios clausurados
del ocaso submarino
que siempre fue su cerebro.

LA ESTIRPE ORIGINAL


















Los caimanes van saliendo del pantano
y se hacen vicarios de mis huesos.
Lagartos vitalicios que no saben hablar

gobiernan sin cesar
con políticas de salvaje tarascón.
Descendientes de ficticios dragones,
llegaron con exigencias de estirpe original.

Negando nuestro orangutanismo
supieron devorar la demagogia dominante:
Ahora es obligación arrastrar la barriga,

deformar los brazos,
adquirir sus pezuñas,
enseñar la religión de la mordida,

La ética de la boca abierta,
cazar la mosca:
Esa migaja que punza nuestra hambruna.
Vivir en la ciénaga ancestral.


Así hemos de vivir
y ya son casi treinta años.
Y escribo esto pues
se están perdiendo las palabras

Y no logro descifrar
en qué momento amanecí
con esta escamosa deformidad
en la espalda que ya estoy perdiendo.

MAS ALLA DE LA SOMBRA



Sin prosa, sin métrica, sin poesía.
Sin lectura, sin acción, sin críticas.
Sumamente desinteresado
en los carteles,

en su empalagosa luminosidad.
Sin importar la adolescente
dolencia perdida,
y de las niñas su encanto vai-ven.

Sin humos, sin cigarros, sin pasado.
Sin brújula
Las brujas ya se han extinguido.

Sin mesas con presencias oportunas.
Sin charlas matienzales.
Sin locuras ni Descartes.

Sin ríos, sin intentos, sin espacios.
Ni tan siquiera lo más brillante del Sol:
Lejos está ese amante.

Sin interés en los perros,
en su cordura.
Sin interés en los trenes:
Aquella onírica obsesión.

Sin interés en la elocuencia,
en los espasmos,
en los premios,
los deseos,
y mucho menos
en las calles transversales.

Ya sin direcciones,
ya sin valles.
Sin sierras, sin ramajes.
Sin trabajo y sin vagancia.

Ya sin días y sus noches.
La ausencia lo comsume todo.
El Consumismo
ha imperado en las ausencias.

Ya sin estrellas:
Aquella ilusión sonora
que relata, jadeante,
el indómito idioma de niños eréctiles:

Aquel anhelo que aguija
siempre la ignorancia.
Ya sin diacronía y sin rechazos,
no hay tiempo ya de hablar.

Sólo resta ser, en la Nada,
sin historia,
arrastrando una eterna derrota

brindando el permiso de callar
esta memoria
de lo que se ha sido
y de cuanto no se pudo ser.


Más allá de la sombra
se dirige este personaje
sin valentía alguna.
Allá, donde el destino acaba.

LAS EDADES DE LA MEMORIA

Vienen buscándome.
Son todas las edades,
y a ninguna quiero escapar.

Llegan hasta mí
recuerdos discontinuos.
Y el dolor de no caer
en el vacío del olvido

es necesario
para el vivir de mi memoria
y su transposición.

Regresan,
siempre y extrañados,
los momentos que he vivido

como si fueran ellos
de una película Rusa.
No existen voces allí,
en todo evoco,

sólo rostros aquietados
dentro de un silencio que dice
más de lo que alguna vez se dijo

de lo que tantas veces pudo ser dicho.
Vienen por mí.
Son todas mis edades,
y muy pocas son las veces
en que soy perdonado.
Vienen desde mí.

Y mis edades son una sumatoria, finita,
que corre con una estela llamada Recuerdo,
de la que no quiero escapar.
A la que no quiero volver.

miércoles, 29 de octubre de 2008

ESCRIBO PARA NO CAER

Escribo para no caer
y este es mi verdadero gesto
Lo único que tengo
en el callado de mi ser.

Sólo en la palabra
se encuentran mi voz
y todas mi heridas

¡Ya no puedo dejar de sangrar!

Este es mi gesto,
sin ambición.
Sólo, simplemente decir.

Y no es mi meta el conocimiento
si para llegar a él
se torna voluntario el excluir.

¡Este dolor no me lo revierte nadie!

Y escribo para no caer.
Y soy todo lo que no aparento...

Ya nadie, nunca,
me conoce.
Y este texto sabrá perderse,
como yo,
dentro de mi propia lengua
sin posibilidad de traducción.


Ya no es necesario decri adiós
cuando la tierra nos es extraña...